“«¿El clip?». Fue la primera vez que Armando, un
cuarentón soltero, pensó en ese objeto. «¿Y
el clip?» se repitió con cierta
angustia mientras dejaba los folios encima de la mesa. Miró dentro de la
cartera de cuero que utilizaba para trasladar papeles del trabajo a casa, y
nada; ni en el suelo ni encima de la mesa. «Lo
he perdido, qué raro».
Nervioso, intentó recordar cuándo lo había visto por última vez.”
21 maneras de hervir una rana. Autopublicado. |
Título: 21 maneras de hervir una rana
Autor: Rafa
Moya
Fecha de publicación: noviembre de 2017
ISBN: 978-19-780-4454-8
Págs.: 232
Editorial: Autopublicado
Sinopsis:
Es una recopilación de veintiún relatos
inquietantes que hierven lentamente en la olla de la empresa hasta provocar una
ebullición de los aspectos más relevantes de este mundo: la competitividad, la
motivación, el liderazgo, el poder, la envidia, el lenguaje empresarial, la
estupidez, el aburrimiento la burocracia, el machismo y todo aquello que hacen
de la empresa (y de la vida) un lugar idóneo para hervir ranas sin ninguna
compasión.
Todo ello narrado a través del
humor negro, el sarcasmo, la ironía y una sutil perspectiva crítica con el fin
de que el lector pueda mirar a su alrededor y saltar de la olla antes de que
hierva.
Opinión:
¡Bueeeenas!
A finales de 2017, Rafa Moya me
dio a conocer su segundo libro, 21
maneras de hervir una rana, y como quedé completamente encantada con su
primera novela, Hormigas en la playa,
acepté sin pensármelo dos veces. Así que ahora, después de mes y medio, os
traigo a mi biblioteca virtual la reseña de esta recopilación de veintiún relatos que rezuman mucha mala leche y que se
leen en un suspiro.
Como habréis leído en la
sinopsis, el desencadenante de todos
estos cuentos es la maravillosa experiencia de trabajar en una empresa, la
que sea, con tus compañeros y jefes, tan agradables ellos, y tu incansable
ambición por el trabajo bien hecho. Nada, en serio, tenemos de todo y para
todos. Obviamente, son muchos relatos como para comentarlos uno por uno, así
que haré selección, ya sabéis, mis favoritos y mis menos favoritos, sin ningún
tipo de orden. Eso sí, huelga decir que no
son historias extremadamente largas y densas, visto el número de páginas del
libro -232- y la cantidad de cuentos que lo conforman. Ideal para leer en la
camita antes de dormir.
Los que más me han gustado son
aquellos que, sin necesidad de volver a releer sus páginas, están grabados a
fuego en mi memoria. El primero de todos es Un día laborable:
Tenemos a un trabajador normal y
corriente –por lo menos en apariencia-, que hace vida laboral rutinaria en su
empresa, hasta que un día un correo del
jefe le molesta tanto que decide contestarle, y no de la mejor manera. El
problema es que no lo envía desde su ordenador. Y hasta aquí puedo contar. Mirad,
lo que disfruté con éste no tiene precio. Es una mezcla entre estrés porque no
entiendes qué narices hace el protagonista, a la par que te ríes de la situación tan absurda que está construyendo él solito.
De los mejores.
“En este último, nuestro jefe, Sergio, nos recrimina, más bien no
abronca, por el resultado de una estimación económica de un proyecto que según
su modesta opinión está hecha con el culo. Me molesta; es raro, pero esta vez
me molesta, pues sí, oye, me molesta, y a mí, cuando algo me molesta, qué
quieres que te diga, pues eso, me molesta y si molesta, molesta, y soy capaz de
todo.”
Kamilah: nos
cuenta la historia de un programador al que contratan para mejorar una
aplicación que gestiona las reservas de las habitaciones de los hoteles de
España. Así, de primeras, no suena muy interesante, ¿verdad? Pero si os
menciono la película Her, ¿qué se os pasa por la cabeza? Pues eso, que la intensidad con la que vives tu trabajo
puede ser muy pero que muy determinante para tu vida. Y si no, que se lo
digan a nuestro informático.
“-Kevin –dije mientras me acercaba a su puesto de trabajo-, casi
perfecta –remarqué la última palabra.
-¿Casi?
-Sí, le falta el nombre.
-Se llama Kamilah –respondió Kevin sin dejar de mirar a la pantalla.”
El entierro: este
cuento es cortísimo, y, a pesar de ello, tiene un giro final genial. Me dejó una sensación de angustia extraña para
bien. Ay, el humor negro me puede. Por cierto, no os he hablado en sí del
relato, porque os lo estropearía.
La entrevista:
básicamente, lo que indica el título. Tenemos una entrevista de trabajo de lo más sincera. Es buenísima.
El atentado: éste
me dejó sin palabras, pues no me lo esperaba en un libro así. Os comento, la gran mayoría de relatos siguen una
estructura: historia situada en un ambiente de trabajo real que por una serie
de circunstancias se vuelve poco a poco absurda y/o extraña, pero sin
toques sobrenaturales. En cambio, en este cuento nos encontramos con ese toque fantástico que, sin duda, es
utilizado como herramienta sarcástica perfecta. Muy bueno.
“Sin embargo, en todo ellos siempre tenía algo a que agarrarse, una
pista, un motivo, el arma, lo que fuera, pero ahora no tenía nada, ni motivo ni
arma ni testigos, nada, solo un cadáver decapitado por una explosión repentina.
De hecho, faltaba el arma, la causa que había provocado la explosión.”
El sabor de las cerezas:
es un cuento de página y media que no me disgustó pero tampoco me encantó. No lo volvería a leer, se podría decir que
pasó sin pena ni gloria. Seguramente, sea una lectura más recomendable para
una persona a la que acaben de despedir y necesite algo que le transmita
positividad.
Uno de los nuestros:
en éste nos encontramos con una
directora de Recursos Humanos que cree en las buenas personas, en que son
mejores trabajadores para una empresa; así que decide ponerlo en práctica.
Con este relato tengo sentimientos encontrados porque me parece muy real,
básicamente es lo que vivo y he vivido con la educación que tenemos, y, por eso
mismo, me entristece y me gusta a la vez.
Preferiría no hacerlo:
aquí más de uno hubiera matado, y no de broma, al protagonista en cuestión. Solo
diré que el título muestra las
intenciones del susodicho durante toda la historia. Exasperante lo define a
la perfección, además de ser un homenaje, creo, a Bartleby, el escribiente, de Melville.
El reloj: una
historia que da mucha pena, pues su
protagonista no vive como realmente querría vivir su vida, y lo paga con
los demás.
“Luego empezó a experimentar un profundo asco por su anhelo y soñaba…”
Planes de expansión:
un señor de barrio hace muchos años que consiguió un buen trabajo en una gran empresa,
pero eso no quita para que siga yendo al bar de siempre donde coincide con un
amigo del colegio. El problema es que es
tan buen tío que enchufa a su amigo yonqui para que pueda ganarse la vida sin
mover un dedo, y la que se lía no es pequeña. En fin, con éste se ve venir
que el protagonista la está pifiando desde el principio, aunque es buenísimo
todo lo que monta su gran amigo de la infancia, quien, por cierto, me lo
imaginaba como Enrique San Francisco en las pelis de quinquis españolas de los
años ochenta.
“A partir de entonces, Pedro y Enrique coincidían en el bar de la Lola
y recordaban viejos tiempos de juventud. Habían sido unos amigos inseparables hasta que Enrique se tomó en serio
los estudios y Pedro empezó a probar la heroína. Enrique estudiaba en la
universidad mientras Pedro leía libros de Marcial LaFuente Estefanía en la
cárcel.”
Tres por planta: éste es, sin dudarlo, uno de mis favoritos
junto con Un día laborable, Planes de expansión y El entierro. Tenemos un asesinato y una limpiadora con dignidad.
Me encantó porque me sentí identificada, ya que, además de dar clase y estudiar,
tengo un segundo trabajo limpiando y realmente hay personas que pueden sacarte
de quicio en un curro como éste. La
educación es primordial y, por desgracia, hay mucha gente que carece de ella; así que entiendo a esta señora, aunque no fuera la mejor de las maneras.
La incidencia:
termino la reseña con este cuento, el último del libro. Un señor aprieta un botón
vital para que no se colapse todo en la oficina, pero se salta todas las
formalidades necesarias para aplicar fuerza en su dedo y activar esa pequeña y
salvadora protuberancia del teclado. Aquí
Moya se ríe de los miles de papeleos “súper” necesarios, que pueden llegar al
punto de absurdez absoluta.
En conclusión, es un libro muy bien escrito, con un estilo sencillo y
ameno que puede hacer las delicias de cualquier lector. Rebosa, como ya he
mencionado antes, humor negro y sarcasmo
en cada uno de sus cuentos, los cuales no van más allá de las diez páginas –y
esos los más largos-. Personajes
esperpénticos que están hasta las narices del mundo y que abogan por liarla
antes de acabar el día. Me he reído
y me lo he terminado del tirón. De nuevo, ha sido un placer leer a Rafa
Moya. Espero que, si os llama la atención, lo disfrutéis tanto o más que yo.
Sobre el autor:
(Capellades, Barcelona, 1965). Licenciado
en Filosofía e ingeniero técnico informático. Colabora como articulista
habitualmente en el periódico comarcal la
Veu de l’Anoia.
Obra:
21 maneras de hervir una rana (2017)
Puedes encontrarlo en:
¿Lo habéis leído? ¿Qué
cuento os llama más la atención?
Puntuación 4/5
No me suelen gustar los libros de relatos, se me quedan las historias en el aire, me parece muy poca cosa todo... Pero tal y como me estás pintando este tengo muchas ganas de animarme con él ^^
ResponderEliminarEstupenda reseña, me encantó :3 Un beso!
Lo tengo en la estantería y es una de mis próximas lecturas.
ResponderEliminarUn beso ^^
Me ha encantado el título del libro y con lo que has contado después me has terminado de convencer. Creo que me puede gustar.
ResponderEliminarUn beso!
No lo he leído. El que me llama más la atención es el primero, ya que Her ha sido una de las películas del año cuando salió (para mi).
ResponderEliminarBesos
Tenía ganas de leer tu reseña :-) Creo que me lo apunto :-)
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