"Proyecto Potter" y la cámara secreta: capítulo V El árbol que amaba a Harry Potter

¡Bueeeenas!

En estos momentos me encuentro en ese pequeño pedacito de paraíso llamado El Toledillo, escondido en algún lugar de La Mancha. Así que, la de hoy, es una entrada programada, con lo que leeré vuestros comentarios a la vuelta, que, tranquilos, será en breves.

Después de alucinar con el encontronazo entre Arthur Weasley y Lucius Malfoy, pasamos al capítulo V El sauce boxeador:

Harry ha pasado un mes increíble en La Madriguera y, ahora, toca volver a Hogwarts. Pero tenemos un gran problema ya que a Harry y a Ron no se les ocurre otra cosa que coger el coche volador de Arthur para no llegar tarde al colegio, puesto que algo o alguien ha encantado la barrera del andén para que no puedan cruzar. Por desgracia, éste no será su único problema, el gran árbol de la entrada les está esperando con las ramas preparadas para darles un buen puntapié. Conclusión: un castigo y la admiración de todo Grynffindor. No les ha salido tan mal la jugada, ¿verdad?

Tenemos ante nosotros un capítulo con alguna que otra pista misteriosa y que, a grandes rasgos, se dedica a recordarnos todo lo acaecido en el primer libro, a saber, quiénes y cómo son los profesores, para qué sirve el Sombrero Seleccionador, qué Casa tiene mala fama y la lucha de Harry para evitar Slytherin, entre otras.

Es curioso que, de entre todas las escenas, la del sauce boxeador me resulte la más insípida, es decir, le da el toque de acción pero nada más, lo que verdaderamente nos interesa para la trama reside en las páginas de antes y de después.

Antes:

Obviando lo tonto que me parece que Arthur tema decirle a Molly que ha agrandado el maletero con magia porque ¿cómo iba a entrar todo si no?; aunque en teoría no se puedan encantar objetos muggles, ¿quién iba a ir detrás de un maletero ensanchado para chivarse de ellos? Además, resulta ridículo que se lo esconda a su mujer cuando ha hecho lo mismo con los asientos, y, vamos a ver, la señora Weasley no es ni ciega ni tonta. Digo yo que sabrá apreciar lo práctico que es, ¿no? En fin, como ya he mencionado, éste no es un hecho importante para la trama misteriosa en la que nos está adentrando Rowling. A eso voy ahora:

-Descubrimos que el coche volador de los Weasley tiene una aplicación mágica de la que no sabíamos nada, un botón de invisibilidad, lo que es muy conveniente para entender cómo no llegó a ser visto por ningún vecino de Privet Drive el día del rescate de Harry. Las cosas como son, suena mucho mejor decir que es invisible a que estaba nublado y oscuro.

-Cuando Harry y Ron van a cruzar la barrera mágica del andén algo sucede y, a pesar de que les queda un minuto, no pueden atravesarla. Aquí, lo lógico sería preguntarse ¿por qué? o ¿quién? Solo que, en las siguientes líneas, nos vemos enfrascados en la incipiente tensión de los pobres que, sin pensárselo dos veces, se llevan el coche volador. Y no será hasta que ambos estén tranquilos en su habitación de Hogwarts que Ron vuelva al asunto, cosa que viene genial para todos aquellos lectores que, al igual que nuestros protagonistas, se vieron envueltos en la aventura del coche olvidándose, por tanto, de este pequeño misterio:

“-Pero, ¿cómo es posible que tengamos tan mala suerte? –dijo Ron con la boca llena de jamón y pollo-. Fred y George deben de haber volado en ese coche cinco o seis veces y nunca los ha visto ningún muggle. –Tragó  y volvió a dar otro bocado-. ¿Y por qué no pudimos atravesar la barrera?”

Ahora, ya no solo hay algún ser mágico lo suficientemente poderoso como para bloquear la entrada al andén sino que nos deja claro que su objetivo es Harry Potter ya que, también, intenta inhabilitar el coche en pleno vuelo. Así que nos enfrentamos a alguien que no quiere que Potter pise Hogwarts… todo apunta a un pequeño elfo doméstico, ¿no?

En fin, antes de continuar con el “Después del incidente” del sauce boxeador, solo me queda señalar el pequeño guiño que hace Rowling al diario que Ginny casi se deja olvidado en casa y que, dentro de unas páginas, se volverá imprescindible.

Después:

Harry y Ron llegan tarde al Gran Comedor de Hogwarts, lo que no parecería tan grave si no fuera porque Snape les pilla hablando de él, y no dicen cosas bonitas, precisamente. La verdad es que, a pesar de que no me guste este profesor, la escena es muy buena, el corte que les mete a ambos de sobresaliente. Pero lo que se puede sacar de aquí como dato importante es la apreciación que hace Harry de Snape en la que siente que le está leyendo la mente, y no es la primera vez. Ya veremos más adelante que no es tanto una sensación como alguna especie de poder.

“-O quizá lo han echado –dijo Ron con entusiasmo-. Como todo el mundo lo odia… -O tal vez –dijo una voz glacial detrás de ellos- quiera averiguar por qué no habéis llegado vosotros dos en el tren escolar.”

Además, Snape intenta por todos los medios que Dumbledore expulse a nuestros protas; la cuestión es: ¿lo hace porque no soporta a Harry o se huele algo de la confabulación de la que nos habló Dobby?

¿Qué pensáis vosotros?

Espero que os haya gustado =)

¡Leed mucho!^^