¡Buenaaas!
Después de una semanita vuelvo a
tope con el IV capítulo de Harry Potter,
El guardián de las llaves.
Nos situamos en una tempestuosa
noche de verano en la que una costrosa cabaña sirve de refugio tanto a Harry
como a los Dursley, siendo estos últimos los culpables de que ahora se
encuentren en estas penosas condiciones, y todo por no querer entregarle la
invitación de Hogwarts… pero como se
suele decir, si Harry no va a Hogwarts, Hogwarts va a él. Eso sí, en forma de
un gigante bonachón, Rubeus Hagrid.
Como ya ocurriera en el primer
capítulo en el que no es hasta la noche cuando la magia se da a conocer, aquí
vuelve a suceder lo mismo, ya que Hagrid (guardián de las llaves de Hogwarts)
aparece, ni más ni menos, que en plena oscuridad y con lluvia incluida. Todo
muy dramático, la verdad.
Hagrid será la salvación de Harry, además de ser el encargado de
desvelar todas esas medias mentiras de los Dursley. Por cierto, es muy
fuerte que Potter no se piense más eso de largarse con un tío al que no conoce
de nada y que, encima, le cuenta que es un súper mago famosísimo… cómo se nota
que su querida familia no vale ni un pedo.
Pero, a lo que iba. Ya desde un
principio nos hacemos a la idea de que Harry no ha sido simplemente enviado con
los Dursley a la buena de Dios, ya que, si nos fijamos bien, en cuanto Hagrid
ve a Dudley le dice “Levántate, bola de
grasa”, un comentario muy despectivo hacia un chaval que supuestamente no
conoce ¿verdad? Es decir, Dumbledore y
cía debían de estar de alguna manera al corriente de todo.
Desde el primer momento en que
Hagrid pisa la entrada de la cabaña, la tensión se puede cortar con un cuchillo
y es que, tanto tío Vernon como tía Petunia, saben lo que se les avecina como
al gigante le dé por hablar. Nuestro
querido guardián de las llaves al fin nos desvelará junto a Potter lo que
diantres haya pasado con todo el mundo mágico, con sus padres, con
Quién-usted-sabe, con Hogwarts,… vamos, que nos hacemos una idea de lo que
nos vamos a encontrar este próximo curso mágico que Harry va a iniciar en
breves.
Además de descubrir estos hechos
tan difíciles de digerir para un chavalín de once años, podremos ver al fin a una tía Petunia escupiendo todo ese veneno/resentimiento
que tiene hacia Harry. En el fondo, Petunia no es como Vernon, a ella sí
que le hubiera gustado ser maga y vivir su maravillosa adolescencia en Hogwarts
a diferencia de Vernon, quien prefiere ante todo optar por una vida de lo más
normal, sin imaginación y sin magia. Petunia siempre ha sentido envidia pura y
dura hacia su hermana porque ella sí fue elegida (y encima era de las mejores)
mientras que ella se quedaba en casa asistiendo a un colegio muggle. Y, para colmo, Harry es un
recuerdo constante de esa gran decepción de su vida, ¿cómo iba a permitirle
asistir a Hogwarts cuando ella no pudo ir?
Petunia solo tiene odio en su interior, es un ser despreciable y no vale nada como
persona (mi humilde opinión, vaya).
En fin, no tengo mucho más que
comentar del capítulo, solo puedo decir que tengo ganas de empezar con el
siguiente en el que Harry se va con Hagrid a comprar sus cositas de mago al
callejón Diagon y los Dursley pasarán de una vez a un plano muy lejano. ¡Bieeen!
Y, como ya sabéis, éste es un proyecto en común con dos amigos, así que
si os interesa leer más sobre Potter, no dudéis en visitar sus blogs:
Frikilóloga & Los textos de Potter.
¡Leed mucho!^^
Aunque no terminé la saga porque coincidió con una etapa en la que dejé de leer, este libro me encantó. Un besote :)
ResponderEliminarA mí me pasó igual pero nunca es tarde para volver a retomarla ;-)
Eliminar¡Gracias por pasarte!^^
Ahora mismo estoy leyendo el libro, y la verdad es que me encantan tus comentarios, me quedo a la espera de más :)
ResponderEliminarUn besote
¡Anda! ¿justo éste? ¡Qué cosas!
EliminarMe encanta que te encanten los post de Harry jejeje
En fin, me voy a tener que pasar por tu blog para cotillear.
¡Gracias por comentar!