“La «Nellie»,
una pequeña yola de crucero, se inclinó hacia su ancla, sin el menor aleteo de
las velas, y quedó inmóvil. La marea había subido, el viento estaba casi en
calma y, puesto que se dirigía río abajo, lo único que la embarcación podía
hacer era echar el ancla y esperar a que bajara la marea.”
El corazón de las tinieblas. Alianza. |
Título: El corazón de las tinieblas (Heart of
Darkness)
Autor: Joseph
Conrad
Fecha de publicación: 1899 en fascículos y 1902 en un libro (original en inglés)
Traducción: Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo
ISBN: 84-206-1623-0
Págs.: 157
Editorial: Alianza
Sinopsis:
Se
trata, como en la mayoría de sus novelas, de una historia parcialmente
autobiográfica, que en este caso recoge sus experiencias en el África Central,
terreno privilegiado para el ejercicio de esa “filantropía enmascarada” de que
se revistió la colonización occidental.
Opinión:
¡Bueeenas!
Llevo
meses intentando contenerme y leer solo aquellos libros procedentes de mis
estanterías. Como ya sabéis y he comentado en más de una ocasión, tengo muchas
lecturas que no he tocado, por lo que llevo sin pisar la biblioteca
aproximadamente dos años y sin consumir libros de amigos aun más. Luego, este
pequeño relato que hoy os traigo es el resultado de este esfuerzo titánico por
comprar lo mínimo y ser consecuente con la pila de libros que tengo en mi
habitación. Así que, sin más dilación, os presento El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, una historia intensa
y oscura donde las haya. Sentaos y disfrutad, que ésta es una aventura que
merece la pena.
Marlow
es un viejo capitán al mando de “la Nellie” junto con su pequeña tripulación a
la espera de que baje la marea para continuar su trayecto por el Támesis. Y es en
ese momento de aburrimiento, donde da comienzo nuestra historia, pues Marlow aprovechará este descanso para
contar(nos) su experiencia por el río Congo. En esta breve introducción, la
voz narrativa es de uno de sus tripulantes, pero en cuanto comienza la
verdadera aventura, este viejo lobo de
mar se hace con la historia y nos la relata como si realmente estuviéramos allí
con él.
El
argumento en sí no es nada del otro mundo. Tenemos a un inglés al que envían a África en plena época colonial, a
finales del siglo XIX, justo después de terminar con el reparto de África entre
los países europeos. Este señor, Marlow,
debe viajar a través del río Congo para relevar a un agente comercial que está
gravemente enfermo. La cuestión es el juego al que nos somete Conrad, su
autor, quien irá oscureciendo la narración a medida que nos adentremos en
África, pues el país y su naturaleza exótica y desconocida son parte
indispensable que dota de fuerza los sentimientos del protagonista, sobre todo
la intriga que le genera ese agente al que tiene que sustituir, Kurtz, un personaje verdaderamente
interesante que está presente durante toda la novela y que solo aparecerá al
final.
Conrad es un artista de la descripción y consigue transmitir el entorno de Marlow a la perfección,
además tanto detalle y recursos como las comparaciones y las metáforas
ralentizan ligeramente la historia para bien. Todo ello consigue que te pongas de alguna forma en la piel del
protagonista y sientas ese pequeño ansia que se acrecienta cuanto más cerca está
de su destino, de Kurtz. Juega con que Marlow no conoce nada y no ha visto
en su vida a este señor, de manera que se tiene que imaginar a este personaje a
raíz de los comentarios de los secundarios que hablan casi en susurros. Es todo
muy misterioso, y ya sabemos que el desconocimiento puede llevar al miedo en
ciertas ocasiones.
“Bueno, sabéis, eso era lo peor de todo: esa sospecha de que no fueran inhumanos. Brotaba en uno lentamente.” |
Esta
oscuridad latente y directamente proporcional a la distancia entre Marlow y Kurtz
es vital para transmitirnos los temas de
los que Conrad quiere hablarnos, es decir, la soledad y la colonización.
Por un
lado, el autor nos muestra sin tapujos
lo que ocurrió durante la colonización africana, pues tenemos que tener en
cuenta que Conrad fue marinero
muchísimos años: viajó al Congo y lo vivió en sus carnes. Es duro leerlo a
sabiendas de que no es solo la imaginación de un señor. Nos muestra cómo
hombres raquíticos y cansados hasta la extenuación se escabullían para dejarse
morir entre árboles, a causa de los trabajos forzados a los que se veían
sometidos; también cómo hombres de otros
lugares lejanos –como él mismo- aparecían de la nada y destrozaban sus hogares
sin miramientos. Es un tema crudo pero necesario, sobre todo por el hecho de
que lo escribe como británico, o sea, que no es la típica perspectiva de inglés
que coloniza para “ayudar al desarrollo de esas nuevas sociedades”, sino que reprocha esa actitud de hombre-salvador.
“No eran colonizadores; su administración era
simplemente opresión, y sospecho que nada más. Eran conquistadores, y para ello
sólo se necesitaba la fuerza bruta; no hay nada en ello de qué jactarse cuando
se tiene, ya que la fuerza de uno es sólo un accidente que se deriva de la
debilidad de los otros. Se apoderaban de todo lo que podían por simple ansia de
posesión, era un pillaje con violencia, un alevoso asesinato a gran escala y
cometido a ciegas, como corresponde a hombres que se enfrentan a las tinieblas.
La conquista de la tierra, que más que nada significa arrebatársela a aquellos
que tienen un color de piel diferente o la nariz ligeramente más aplastada que
nosotros, no posee tanto atractivo cuando se mira desde muy cerca. Lo único que
la redime es la idea. Una idea al fondo de todo; no una pretensión sentimental,
sino una idea; y una fe desinteresada en la idea, algo que puede ser erigido y
ante lo que uno puede inclinarse y ofrecer un sacrificio…”
Por
otro lado, tenemos el tema de la soledad
humana que se ve reflejada en la figura del enigmático Kurtz. Por lo visto,
este agente comercial lleva unos cuantos años trabajando allí solo, rodeado de
personas que no entienden su idioma y con otras costumbres totalmente opuestas
a las suyas, además del entorno tan distinto al habitual. No es tan fácil
adaptarse, y menos si tienes el problema del poder, sí, el poder que le da su
rango de jefe de esa zona, ese poder que puede corromper corazones con mucha
facilidad y más en una situación como la suya. Veremos a un hombre desquiciado por la soledad, hundido en la
profundidad de la selva y con el corazón de las tinieblas.
Antes
de finalizar la reseña, sí que me gustaría comentar brevemente una cosa que he
notado. Conrad se da cuenta de que “el hombre blanco occidental” no es superior
ni debe tratar a otros hombres de distintas culturas como si fueran
herramientas sin alma, pero la visión
que tiene de las mujeres no está nada desarrollada. Lo poco que menciona de
los dos personajes femeninos que aparecen –una inglesa y una africana- da a
entender que en este caso no se ha parado a pensar tanto, no se pueden
comparar.
En conclusión, es un relato intenso
en el que predomina la descripción
por encima del diálogo. Muy bien escrito lo que es sorprendente teniendo en
cuenta que el inglés no era la lengua nativa de Conrad, sino que empezó a
estudiarla cuando tenía más de veinte años. Creo que es una historia que te atrapa al igual que el Congo a Marlow, y que
espero que si la leéis la disfrutéis muchísimo, y si ya lo habéis hecho, mucho
mejor ;-)
Sobre el autor:
Teodor
Józef Konrad Korzeniowski nació el 3 de diciembre de 1857 en Berdýchiv (antes
territorio polaco y ahora norte de Ucrania). Hijo de un noble, Apolo Nalecz
Korzeniowski, quedó huérfano a los once años, por lo que estuvo bajo la tutela
de su abuela y su tío paternos. Con dieciséis años, viajó a Marsella como
marino mercante francés, lo que le llevó a participar en las guerras carlistas
españolas posicionándose a favor de Carlos. También vivió durante esa época un
intento de suicidio a causa de un amor. Ante la imposibilidad de ascender a
oficial de la marina francesa y huyendo del reclutamiento ruso por el ejército
zarista, se trasladó a Londres en 1878, sin saber inglés. En 1880 aprobó el
examen para llegar a ser segundo oficial de la marina mercante, y seis años más
tarde llegó al grado de capitán. A la par que pasó a ser un auténtico súbdito
británico, cambiándose el nombre por Joseph Conrad. Navegó durante toda esta década siguiente por
los mares del sur, el archipiélago malayo, África y el río Congo, experiencias
que se reflejarían en su obra.
Conrad
empezó a escribir en 1889. Ese año, inició su obra con La locura de Almayer mientras siguió navegando hasta 1894. Pero el
éxito no aparecería hasta la publicación de Chance
en 1912. Aunque el relato más famoso hasta la fecha es El corazón de las tinieblas de 1902 (formato libro). En total
escribió trece novelas, dos libros de memorias y una gran cantidad de relatos.
Mantuvo
relaciones cordiales con algunos escritores de la época como Henry James o H.
G. Wells, y escribió varias novelas junto con Ford Madox Ford; a pesar de esto,
permaneció al margen de la vida literaria. Falleció el 3 de agosto de 1924 de
un ataque al corazón en Canterbury, Inglaterra.
Obra parcial (faltan algunos relatos):
La locura de Almayer (1895)
Una avanzada del progreso (1896)
Un vagabundo de las islas (1896)
El Negro del 'Narciso'
(1897)
Juventud (1898)
El corazón de las tinieblas (1899)
Lord Jim (1900)
Los herederos (1901)
con Ford Madox Ford
Tifón (1902)
Con la soga al cuello
(1902)
Romance (1903) con
Ford Madox Ford
Nostromo (1904)
El duelo (1907)
El agente secreto
(1907)
Una sonrisa de la fortuna (1910)
Freya, de las siete islas (1910)
Bajo la mirada de Occidente (1911)
Crónica personal (1912)
Azar (1912)
Victoria (1915)
La línea de sombra (1917)
La flecha de oro (1919)
Salvamento (1920)
El pirata (1923)
La naturaleza de un crimen (1923) con Ford Madox Ford
El alma del guerrero (1925)
Suspense (1925) Publicada
póstumamente (inacabada)
De libro a película:
En 1979,
Francis Ford Coppola dirige Apocalypse
Now, inspirada en la novela pero ambientada en la guerra de Vietnam. Reparto: Martin Sheen, Marlon Brando,
Robert Duvall, Frederic Forrest, Laurence Fishburne, Harrison Ford…
En 1989,
J. F. Lawton dirige Las mujeres
caníbales de la Selva del Aguacate, una parodia de la novela. Reparto:
Shannon Tweed, Bill Maher, Karen M. Waldron, Adrienne Barbeau…
En 1990,
Román Chalbaud dirige El corazón en las
tinieblas, trata el viaje al
Congo que realizó el autor Joseph Conrad, experiencia en la que se basó para
escribir su novela breve El corazón de
las tinieblas. Reparto: Jacques Spiesser, María Cristina Lozada, Alejo
Felipe, Manuelita Selwer…
[No he encontrado ningún cartel]
En 1993,
Nicolas Roeg dirige la adaptación El
corazón de las tinieblas. Reparto: Tim Roth, John Malkovich, James Fox…
¿Lo habéis
leído? ¿Qué os parece? ¿Habéis visto Apocalypse Now?
Puntuación 4,5/5
Creo que esta vez lo voy a dejar pasar, aunque creo que a mi novio podría gustarle :)
ResponderEliminarme ha encantado tu reseña, de verdad
ResponderEliminarsiempre lo he tenido pendiendo
y encima lo he estudiado en clase jaja
estoy seguro que lo leeré, un saludo
Lo pones genial y eso despierta mi interés pero al igual que tú yo también estoy intentando leer libros acumulados, de momento he leído tres en este año que no es poco ya que siempre nos centramos en las novedades, este mes me han llegado dos tochos y a saber para cuando los terminaré, me temo que me ocuparán todo el mes jeje
ResponderEliminarBesos =)
Creo que no he visto Apocalypse Now pero ahora no tengo muchas ganas.
ResponderEliminarel libro es uno de mis pendientes para los que me cuesta encontrar sitio XD Pero me queda claro que lo tengo que leer :)
Besos.
Conocidísimo autor, aunque por el momento no me tienta mucho el libro. No conocía el detalle de Apocalypse Now, me ha resultado curioso. Te comprendo, también yo intento ir leyendo pendientes que tengo de hace tiempo, aunque de vez en cuando sucumbo a alguna compra, pero bueno, intento limitarlo solo a Reyes o cumpleaños.
ResponderEliminarUn beso ;)