El lector de Bernhard Schlink

“A los quince años tuve hepatitis. La enfermedad empezó en otoño y acabó en primavera. Cuanto más fríos y oscuros se hacían los días, más débil me encontraba. Pero con el año nuevo las cosas cambiaron.”

El lector. Anagrama.

Título: El lector (Det Votleser)

Autor: Bernhard Schlink

Fecha de publicación: 1995 (original en alemán) 

y 1997 (en castellano)

Traducción: Joan Parra Contreras

ISBN: 9788433966667

Págs.: 203

Editorial: Anagrama

Sinopsis:

Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens… El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro.

Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de crímenes de guerra nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó…

Opinión:

¡Bueeenas!

Ésta es otra de las lecturas recomendadas para el curso de lector editorial y, la verdad, es que me ha venido genial porque es de esos libros que llevaba meses en mi estantería sin recibir la atención que se merece. Además, todavía no he visto la película precisamente porque tenía la novela, no entiendo cómo no la había leído antes, ya que Kate Winslet me encanta y tengo muchísimas ganas de ver su adaptación. Seguro que más de uno ya ha visto la peli o leído el libro, ¿a que sí?

Evidentemente, no todos estaréis enterados de la trama, así que os cuento un poquillo de qué va:

Michael es un joven de quince años que un buen día, en plena calle, vomita hasta el desayuno de la semana pasada. El pobre, avergonzado, está escondido mientras sucede el desastre pero, por suerte, una amable señora de treinta y pico años le lleva a su casa que está muy cerca de allí, le lava la ropa y le deja usar su bañera. Ése será el punto de partida de una intensa relación entre un chavalín neófito en las artes amatorias y su maestra, también neófita, solo que en las artes literarias. Ambos se sumergirán en una extraña aventura que, siéndoos sincera, me parece uno de esos amores que con el tiempo se vuelven tóxicos, de los que es mejor evitar (solo hay que ver cómo acaba nuestro prota…).

El libro se compone de tres partes, cada una de ellas formada por numerosos capítulos cortísimos (de dos a cuatro páginas apróx.) en los que nuestro narrador será el propio Michael, es decir, la voz es en primera persona, con lo que solo conoceremos sus pensamientos y vivencias, lo que, por otro lado, es una pena puesto que el personaje de Hanna, su madura amante, es increíblemente interesante.

En la primera parte transcurre la relación que mantienen ambos hasta la repentina desaparición de Hanna. Son los capítulos más románticos que tratan de una manera preciosa las dudas de Michael, su sufrimiento por un amor que, a veces, parece no correspondido y su creciente e intensa dependencia hacia ella.

¿Por qué? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve
quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas?

En la segunda nos topamos con un Michael universitario centrado en el mundo de las leyes y que, por casualidades de la vida, descubre que Hanna era una ex-nazi encargada de seleccionar las próximas víctimas del campo de concentración donde trabajaba. Éstos son los capítulos que más me gustan, ya que se nota la madurez de Michael en sus monólogos interiores, además, hace del perfecto representante de esa primera generación que no ha participado ya sea activa o pasivamente en los horrores acaecidos hace tan poquito. Ellos (Michael incluido) tendrán la potestad de culpar, odiar y/o perdonar a todos los adultos (entre ellos sus propios padres) que, quisieran o no, tuvieron que formar parte de aquello. En el párrafo siguiente podréis ver mejor a lo que me refiero:

“Al mismo tiempo me pregunto algo que ya por entonces empecé a preguntarme: ¿cómo debía interpretar mi generación, la de los nacidos más tarde, la información que recibíamos sobre los horrores del exterminio de los judíos? No podemos aspirar a comprender lo que en sí es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar lo que en sí es incomparable, ni a hacer preguntas, porque el que pregunta, aunque no ponga en duda el horror, sí lo hace objeto de comunicación, en lugar de asumirlo como algo ante lo que sólo se puede enmudecer, presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad. ¿Es ése nuestro destino: enmudecer presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad? ¿Con qué fin? No es que hubiera perdido el entusiasmo por revisar y esclarecer con el que había tomado parte del seminario y en el juicio; sólo me pregunto si las cosas debían ser así: unos pocos condenados y castigados, y nosotros, la generación siguiente, enmudecida por el espanto, la vergüenza y la culpabilidad.”

En la tercera y última parte de la novela, Michael ya es un hombre hecho y derecho; con sus estudios terminados, su propia familia y un trabajo. Durante esta última narración el autor se centra más en las incógnitas que surgen alrededor del personaje de Hanna e intenta analizarla, darnos un sentido. Asimismo, nos enteraremos de las secuelas de Michael a raíz de éste, su primer amor.

Me ha parecido un libro muy reflexivo, ya que me ha hecho cuestionarme algunos dilemas con respecto a Hanna y el papel que le toca jugar a esa llamada “Primera generación”. El estilo del autor, a pesar de que no abunde el diálogo, es ameno y sencillo. Además, el tema que trata me tenía completamente enganchada, por lo que tampoco me resultó pesado en ningún momento. Eso sí, no comparto la actitud de Michael respecto a Hanna durante el final de la novela pero, como se suele decir, para gusto los colores, ¿no?

En fin, se lo recomiendo a todos aquellos que disfruten de una buena novela ambientada en la posguerra nazi, los dramas románticos o, mismamente, a quienes les gustó la peli (el libro no tiene desperdicio).

¿Lo habéis leído? ¿Y la película?

Sobre el autor:

(6 de julio de 1944, Bielefeld, Alemania) Hijo del teólogo Edmund Schlinkes, es un escritor, profesor y jurista alemán. En 1998 fue nombrado juez en la corte constitucional del Estado Federal de Renania del Norte-Westfalia y, desde enero de 2006, es profesor de historia de la ley en la Universidad Humboldt, Berlín.

Su carrera como escritor comenzó con novelas policíacas teniendo como protagonista a un personaje llamado Selb. En 1995 publicó El lector, una novela parcialmente autobiográfica sobre un adolescente que tiene un romance con una mujer mayor con la que se reencuentra en un juicio a los criminales de la Segunda Guerra Mundial. El libro se convirtió en un éxito de ventas en Alemania y fue traducido a 39 idiomas. Ganó el premio Hans Fallada, el premio Welt, el premio italiano Grinzane Cavour, el premio francés Laure Bataillon y el premio Ehrengabe de la Dusseldorf Heinrich Heine Society.

Bibliografía traducida al castellano:

La justicia de Selb (1987) Co-escrito con Walter Popp

El engaño de Selb (1992)

El lector (1995)

Amores en fuga (2000)

El fin de Selb (2001)

Mentiras de verano (2010)

De libro a película:

Stephen Daldry (Billy Elliot) dirigió en 2008 su adaptación escogiendo el título de la propia novela, El lector (The Reader). Reparto: Kate Winslet (Hanna), David Kross (Michael joven) y Ralph Fiennes (Michael adulto).

Puntuación 4/5