"Proyecto Potter" y la cámara secreta: capítulo VI ¿Un profesor o un divo?

¡Bueeeenas!

Volvemos otro lunes más con una entrada comentada sobre Harry Potter y la cámara secreta, a saber, el capítulo VI Gilderoy Lockhart.

Harry y Ron han conseguido llegar a Hogwarts de una pieza a pesar de los problemillas con el andén, el coche volador y el sauce boxeador. Por desgracia, la mala suerte no ha acabado para ellos, ya que este primer día de clase que les espera va a ser muy, pero que muy, entretenido.

Después de su odisea nocturna, madrugan dispuestos a enfrentarse al primer día de clase ya que las consecuencias de sus aventuras no han hecho nada más que empezar:

Aún con las marcas de las sábanas pegadas a la cara llegan al Gran Salón y ¿qué se encuentran? Pues, además de una Hermione que no les dirige la palabra (¿quién la ha nombrado madre de ambos?) hasta que aparece Errol (la vieja lechuza de los Weasley), una carta roja que, por lo visto, no augura nada bueno. Todos miran el sobre rojo-peligro con temor mientras Ron hace acopio de valor y abre la dichosa cartita. La howler, que así se llaman este tipo de envíos, es una especie de grabación mágica hecha por y para la humillación instantánea de los hijos rebeldes que la lían. Ahora en serio ¿quién fue el lumbreras que tuvo la brillante idea de crear algo así?

En fin, flipo con la sonora regañina de Molly, la madre de Ron. Es en estos momentos cuando una se alegra de ser muggle.

Profesora Sprout con una mandrágora.

Después del desayuno, les toca la primera clase del año, Herbología, con la señora Sprout quien no viene de muy buen humor a causa de su acompañante, Lockhart, ese tío de la librería que se hace llamar profesor de Defensa contra las Artes Oscuras. Se supone que la ha ayudado a curar al sauce boxeador porque el hombre sabe del tema pero, queridos lectores, ¿cómo es que si los dos han vendado ramas varias, Sprout viene llena de cortes y arañazos y Lockhart está impoluto? Seguro que más de uno se huele el cabreo de la pobre mujer, ¿verdad?

Por suerte, la profesora le pierde de vista rápido y comienza su clase. Así conoceremos a las mandrágoras, pequeños seres que viven bajo tierra y que pueden matar con sus chillidos, obviamente, Sprout utiliza crías que, como mucho, podrían dejarles inconscientes durante horas, pero solo si se ponen mal las orejeras, claro. De esta clase, sacaremos algunos detalles relevantes:

-Harry, Ron y Hermione conocerán a Justin Finch-Fletchley, un alumno muy simpático de Hufflepuff, con quien deberán plantar algunas mandrágoras. Aunque lo más importante no es que sea de otra Casa sino la información que nos da. Resulta que es hijo de muggles al igual que Hermione. ¿Por qué, de repente, cada chico nuevo que conozcan nos incluirá en su “ficha personal” si es o no hijo de muggles?

-Lockhart y su cobardía y deseo de fama innata. Solo hay que leer el primer consejo que le da a Harry sobre publicitarse o no a una edad tan temprana, un discurso que acaba tal que así: “por todo ese asunto con EL-que-no-debe-ser-nombrado. Lo sé, lo sé, no es tanto como ganar cinco veces el Premio a la Sonrisa más Encantadora, concedido por la revista Corazón de Bruja, como he hecho yo, pero por algo hay que empezar.”

¿De verdad se cree o intenta creerse que ganar un premio de una revista de cotilleos es más importante que derrotar a Voldemort (dos veces)? ¡Ay! Cuánta envidia esconde bajo su capa este señor ¿eh?

-Esto no es que sea algo vital pero me ha hecho gracia: utilizan estiércol de dragón jejej Vaaaale, ya pasó mi momento de niña de cinco años…

Y ahora toca descanso entre clase y clase que, cómo no, también tiene lo suyo:

-Un paparazzi en ciernes, Colin Creevey, es un fan total de Potter y no puede evitar pedirle una foto firmada. Hay que tener en cuenta que es muy normal que un chico de once años recién llegado a Hogwarts y al que le han contado la historia de cómo derrotó a Voldemort hace escasos meses pueda sentir cierta admiración. Además, se le ve un chaval majete y, por supuesto, procede de padres muggles.

¡Te comprendemos Hermione! XD

-Y ¡Horror! Hermione ha sido abducida por la cabellera pantene y los dientes perfectísimamente blancos de Lockhart. Bueno, esto debe ser algo así como cuando yo tenía catorce años y vivía por Nick Carter y Brad Pitt (y puede que DiCaprio…) Es parte del ciclo vital, solo espero que se le pase rápido porque necesitamos la sabiduría y templanza de Hermione intacta.

He nombrado mucho al señor Lockhart pero es ahora, en su clase de Defensa contra las Artes Oscuras, cuando realmente se corona. El “profesor” quien, por cierto, es un divo en potencia, no se le ocurre otra cosa que soltar duendecillos de Cornualles de veinte centímetros, es decir, bichos difíciles de atrapar que la pueden liar muy mucho en un suspiro. Así pasa que, como este señor apellidado fraude no tiene ni pajolera idea de hechizos, no es capaz de detenerlos y les deja con el marrón a los de siempre, Harry, Hermione y Ron. Lo que revela que el profesor no va a ser muy buena referencia como maestro y que sus libros tienen más de ficción de lo que le gustaría.

De todas maneras, tengo que ser justa con Lockhart y defender algo que está haciendo de lujo y es divertirnos porque, sí, lectores queridos, sus momentos estelares de “tenéis treinta minutos para responder a un cuestionario que me desvelará vuestro nivel” y que nos encontremos con preguntas tales como “¿Cuál es el color favorito de Gilderoy Lockhart?” no tienen precio...

... y lo sabéis.

Así que nada más por hoy. Me he quedado con ganas de comentar un poquillo más esos “consejos sobre fama de Lockhart” pero me quedan ocho minutos para publicar antes de que sean las doce de la noche.

Espero que os haya gustado =)

¡Leed mucho!^^